Plumanegra: Un acercamiento (un recuento personal)





A mi abuela Julia Valdez,
 quien me hizo amar la literatura



 Advertencia


Plumanegra: un acercamiento no se propone una interpretación absoluta ni mucho menos ser un catálogo de los estudiados. Es solo un breve texto empleado para ensayar las obsesiones literarias de los estudiados y sus avances con relación a la forma de disponer sus historias, de sus aciertos y errores. En fin, para analizarlos con lupa y con palo.

Mis conocidos y otros me apabullarán porque ¿cómo se me ocurre escribir tal cosa cuando soy parte del grupo? Pues, tengo la motivación y el ego necesario para estudiarlos sin ser demasiado subjetivo. Claro que todo el que dice ser crítico hace un estudio partiendo de su gusto. Y aunque no sea un crítico, ni desee serlo, mi empresa va de lo más amistosa, como de un carácter casi académico. Dicho esto, les dejo este ensayo.

  
1.          Integrantes
                                          
A.   ABRAHAM VALDIVIA BASTIDAS

Este joven es de los pocos integrantes de Plumanegra que posee un léxico abundante, el cual plasma en sus cuentos y poesías.
     Con un estilo laberíntico y barroco, Valdivia ha creado -en sus primeros cuentos- un sentido de implícitas que debe ser rebuscado la mayoría de veces.

      El afán de Valdivia es complicado de explicar: con el uso de palabras rebuscadas y algunas arcaicas, el autor nos muestra en un primer plano una sola historia y un narrador -generalmente personaje-. el cual se va combinando en una descripción minuciosa hasta lograr una pequeña trama.
 No gusta de los topónimos. Creo que para permitirle al lector crear su propio ambiente con la descripción que hace. Es decir, no coloca los nombres de los lugares narrados, simplemente porque desea que el ambiente permanezca inalterable en la mente del lector. Pongo de ejemplo que describa el parque de la Muralla en la actualidad, dentro de 5 años no será el mismo obviamente. Y esto lo que quiere evitar Valdivia, que el “parque” o “la ciudad” por él inventada no tenga en la realidad un referente riguroso.

 Es cierto que Valdivia está en la carrera de cambios estéticos; por eso, importa mencionar el primero de sus cuentos para entender su estilo recurrente.

Sé que no se puede simplificar a un aprendiz de escritor, y que tal vez mi crítica no esté cerca de lo que el autor considera de sí; sin embargo, el esfuerzo aquí hecho es para mostrar los avances de Valdivia como de los errores cometidos.



Los cuatro socios de la conquista: inicio de una propensión

Son pocas las personas que se inician en la literatura con historias cargadas de palabras complicadas, rebuscadas y llenas de un correcto léxico.
Aquí Abraham escribió una “fuerte” descripción de sus compañeros de academia cuando recién se topaba con la narrativa. Es, en este cuento, donde un estilo muy particular se gesta en él: y es el de contar historias desde un narrador omnisciente, describiendo a detalle.
Valdivia utiliza la descripción al máximo, traspasa sus conocimientos a su narrador, dándonos la sensación, que no sabemos nada acerca de la cultura en general. Ya que evoca lugares y personas de otros continentes; compara el ambiente con un espacio que ya no existe.
En cuanto a la trama, no nos dice mucho. Centra la historia en describir a los compañeros del narrador y de su personalidad, pero no plantea el móvil de la historia.
Sobre el título, colegimos que es la “conquista” de una vacante para el ingreso a la universidad. Puesto que los personajes son cuatro.
Pese a esto, coloco a este cuento como el inicio del estilo que Vicenzo gusta y utiliza hasta ahora. La gran falla, como dije, es la falta de una trama, porque el cuento parece más una anécdota que un cuento.



Victoria Farnao: una fluidez impresionante y divertida


Esta es la anécdota de un joven narrador que va contándonos lo complicado de su vida: su madre es soltera, se parrandea, no conoce a su padre. Y además de ello, encuentra en la madre de su amigo Carlitos, Vittoria Farnao, un deseo frecuente de atracción.
                                                  
Vittoria Farnao posee un narrador estimulante, raro en Valdivia, que cuenta su vida escolar y personal. La historia es divertida. El personaje comenta su situación familiar, como sus deseos con una mujer mayor.

El cuento es distinto a la mayoría porque posee una prosa ágil, agradable y fluida, que no se detiene en frases o palabras rebuscadas. Lo que sí hace “cojear” al cuento, son algunas jergas (no ofensivas, ni indecorosas) que proyectan al narrador de lo más corriente pero con cierta instrucción lingüística.
El argumento es limpio, poco adornado pero de un humor explícito y de cierta complicidad que gusta. El lector se siente atraído por el misterio primario que hace el joven narrador. Pero el pequeño “error” que hay es que al contar su diatriba familiar (su madre soltera) y pasar a otro tema como lo es la señora Farnao, deja con ansias de saber qué sucedió con la madre del protagonista. Y para agregar, Vittoria Farnao da la impresión de ser un cuento que aspira a novela.
Ya lo había mencionado en Los cuatro socios de la conquista, Valdivia no satisface –en ocasiones- con sus finales. Es por eso que el cuento, aquí mostrado, posee una estructura casi incompleta, dejando al lector con dudas y lleno de hipótesis sobre cómo acaba tan ameno cuento.

  
Gabito Pachas: mayor precisión descriptiva


Aquí se empeña en destrozar la figura de Gabito Pachas un personaje vacilante, un narrador omnisciente que lo conoce bastante bien.
Gabito sigue la misma prosa aglutinante y encantadora, pero que aquí su lírica se ve provista de un pesimismo mayor, de una contradicción continua, lleva al lector a los momentos más felices para luego molestarlo con sus conclusiones.
Otro aspecto extraño -que no quita la atención del texto- es que el narrador parece conocer íntimamente a Gabito: cuenta que es universitario, como piensa para conquistar mujeres, sus tácticas; no obstante, describe su fascinación por una chica de clase, Alida, de cómo trata de acercársele por medio del trabajo.
Seguidamente, el focalizador cero interviene en el veredicto que le puede dar el lector, apareciendo voluntarioso y acometiéndolo con fuerza.
Gabito es el sujeto que de niño fue pícaro movido que ahora de adolescente se cree un “napoleónico galán”. Curiosamente, el narrador –nunca dejando de tomarlo de referente en toda la historia- le condena: el que se enamoraba de verdad era el que perdía en una relación. Y Gabito nunca fue un enamorado inútil; se preocupó por un trabajo que realizaba con dignidad mientras alternaba con los estudios universitarios.
Como Valdivia acostumbra los datos o informaciones que da a su texto son a veces para conocedores o a quienes les gusta buscar datos literarios. Menciona a Neftalí, refiriéndose a Pablo Neruda (el otro es su seudónimo); compara a Alida con una pintura del periodo azul[1] de Rubén Darío. Sus adjetivos dejan en el limbo en ocasiones. Ciertamente, Valdivia exige ir a nuestra biblioteca y buscar los nombres o algunos adjetivos que componen sus cuentos, para darle el brillo y adorno que desea.
Hay personajes que a mi parecer son solo accidentales y codificados. El personaje “Chen” aparece casi al final de la historia y solo atestigua que hubo un momento en que Gabito andaba parco y eufórico por el amor de Alida y es por él que se entera de la miseria donde vive.
También cabe la posibilidad que Valdivia introdujera este apodo tributando a algún amigo querido por él o que esa conversación tenga otro mensaje entendido por algunos amigos.



Visitas a Afrodisio Chávez: complejidad

En este cuento observamos la continuación del tema amoroso –ya en segundo plano- referido a un joven que añora a su amada, como también a una jovencita que busca a su padre.
   La trama está centrada en los escenarios capitalino y rural.
           
  La historia se mueve primero, a la figura quimérica que el narrador-protagonista nos conceptualiza. Él dice, que las personas se cuestionan el toparse con individuos que no volverán a ver pero que no desaparecen de la realidad. Por ejemplo, observar a una chica hermosa en un paradero y tú desde tu asiento en el bus, no la volverás a ver, sin embargo ella no desaparece. Esta definición sirve al protagonista para entender porqué nunca puede acercarse a la jovencita (la otra voz narrativa) que visualiza pero que no llega a conocerla ni enamorarla.

            La primera línea temporal es la vida de un joven en un pueblo sin nombre, donde trabaja en una cafetería con su madre, doña Alfonsina, mujer -dice él-  con pactos con el demonio luz. Lo que a mi parecer es aterrador. Entonces, la dueña de la cafetería es descrita por el fluir de conciencia de su hijo.
           
      La otra línea temporal, es la de una jovencita sin nombre que, contra de la voluntad de su tía, llega al pueblo del joven para buscar a Afrodísio Chávez.
            Luego el joven aburrido parte a visitar a su padrino, no sin antes pedirle dinero a su padre, ser que lo maltrató de niño y que acude por interés a verlo en la capital. Su padre, separado de Alfonsina, lo lleva a vivir cerca a la playa, donde él extraña a su novia, tal vez dejada en el pueblo, dato que no se comprende, pues allá se sentía aburrido. Luego, regresa al pueblo, donde acompaña a su madre y donde planea ir a visitar a Afrodisio.
Asistimos aquí, pues, a un “bombardeo” de datos que no entendemos a primera vista.
           
            En cuanto a la línea de la jovencita, es mucho más alentadora, pues gusta del pueblo que el joven desdeña y pregunta a la señora Alfonsina por la casa de  Afrodísio Chávez.
           
            En tanto el joven, queda prendido de la belleza de la jovencita, que ve entrando a la casa de su padrino. Su madre, tampoco le da razón sobre la chica, a pesar de haber hablado con ella varias veces.
Surge un problema serio en el pueblo: el santo patrón ha desaparecido. Se busca por todos lados, menos en casa de Alfonsina, ni de Afrodísio. Y esto es porque la señora apela a su honradez y su carácter. Entre tanto el joven no encuentra a su padrino, sigue con sus problemas amorosos y con el aburrimiento que le trae el pueblo.

            El final sorprende un poco: la chica es hija de Afrodísio, entra en la casa de este porque él ha muerto, además, es ella la que robó el santo, supongo por tenerlo cerca.
            Añadiendo, la chica (al final) comenta que es doña Alfonsina, quien la ayudó para robar al santo. La dueña de la cafetería pasa a ser su amiga, y decide quedarse en el pueblo a cuidar la casa de su padre.

             El joven, no sé sabe cómo, se entera de la muerte de Afrodísio, y de su -digamos- “prima”.  Y creo que es hasta aquí la trama central.
            Valdivia continua con los adjetivos y frases como “cabellera absalónica”, “penumbras maldorianas”, “descargas filisteas”, entre otras. Que nos llevan a múltiples acepciones. Además, la tendencia de sorprender al lector, con los conocimientos que el autor le brinda a su personaje, nos recuerda un poco a Borges, que Valdivia dice no imitar.
Y pude ser cierto ya que su personaje principal, es un estudiante (no se sabe de qué) que narra con cierto carácter erudito que hace dudar si es una persona común o un hombre adulto. Es allí, donde encuentro falla con  el léxico del narrador.

Hasta el momento, un argumento que no fue del todo convincente, que produjo en el lector, dudas y contradicciones, que sin embargo se percibe que Valdivia deja espacio para una mejor descripción psicológica de sus personajes, y que el tono amoroso, queda relegado. Pues, lo que parece importar es la búsqueda de dinero y escapar de la monotonía de la vida.


 Muerte en el puente: nuevos planteamientos

Se produce en  Valdivia un cambio drástico al trato que venía haciendo en tramas  anteriores.

A decir verdad, Muerte en el puente está mejor desarrollado en el juego de tiempos que en cualquier otro texto anterior.

Aunque pese a ser un cuento corto (de 2 hojas aproximadamente)  la historia se desenvuelve en una pequeña familia  que (sobre) vive en un barrio intranquilo donde cada integrante posee un vicio.
Es la primera vez que Valdivia se interesa por personajes de bajísimo estrato social, ya que éstos nunca le habían sido de interés. En el cuento, se hallan 2 voces narrativas: la del niño Rick y su gato perdido Nirol.

            La historia juega con el entendimiento del lector. Pues el final no es tal, sino un pedazo faltante de lo sucedido con el destino del protagonista. Y es esta ilusión,  la que logra que Muerte en el puente; sino es su mejor cuento, al menos es el mejor elaborado.

            Asimismo, con respecto al tiempo narrativo, el lector debe armar  -con una segunda lectura- la forma más coherente del cuento, pues al leerse de un tirón, no se puede colegir cómo falleció el    niño-protagonista.

            Una historia cercana a la realidad, de quienes viven debajo de los puentes y de quienes poseen los vicios más aberrantes; Valdivia  consigue tratarlo con lirismo, pues Rick busca desesperadamente a su gato perdido en una peligrosa noche pasando un sinfín de peligros, hasta encontrar al gato, y lamentablemente morir a manos de unos delincuentes. Aparece también, la nostalgia ligada a la figura materna, nunca ajena a su prosa.

            Con respecto a su lenguaje, Valdivia deja de lado los adjetivos que suscitaban ambigüedad, duda y el no sentido. Y no se peca al decirlo, que es parte de su peculiar estilo, que no trata de emular a ningún miembro, ni mucho menos a un autor consagrado o quizá sí.

      Pero, en Muerte en el puente, su prosa está desprovista de esa descripción minuciosa que lo caracterizó en sus primeras ficciones. Es más, en el cuento mencionado, cambia sorprendentemente, acercándose a la oralidad, un estilo que muchas veces el autor ha descartado usar. En palabras de Julca Anticona: “Ha dejado de darle importancia excesiva a la descripción y se ha preocupado, por una trama más elaborada”.[2]

El tema de muerte de infantes ha sido tocado también por: Julca, en Amalgama y en Avilés en El hospital. Pues esto formó parte de un trabajo universitario.  Es ésta, la única casualidad que  los une en el tema. Sin embargo, el cuento es de mucho después, y menciono esto para evitar falsas interpretaciones.

Con sus acostumbradas dedicatorias Valdivia nos demostró que podía mejorar con la elaboración de un argumento más amplio y complejo.



Juna la bailarina: contaminación de la forma

Es un relato complicado porque carece de una coherencia, al igual que su protagonista Juna. En un tiempo y lugar parecidos al pueblo de Afrodisio: un muchacho busca incansablemente a su tía esquizofrénica perdida.

La exploración del diálogo es un nuevo rasgo en Vichenzo. Logrando un texto del tipo crónica periodística. Pero Juna, se distingue a sus anteriores cuentos porque muy aparte de alejarse a su prosa adornada, consigue la atención del lector a base de las acciones de los 2 personajes y el clima de misterios que había empleado en Afrodisio Chávez. Hay excesivos datos incoherentes. Para explicarnos mejor, algunos datos ocultan las razones del por qué el joven universitario está en un pueblo a pedido de su padre (similar a las aventuras en Afrodisio) quien busca a su tía esquizofrénica, Juna.
El problema que surge en la estructura, tal vez Abraham lo quiso así, es que hay diálogos entre el joven con personajes sin relevancia y su conversación es suprimida.
El universitario va caminando por el pueblo y va feliz por el cambio de aires que ha hecho, ha dejado su tesis inconclusa (estudia psicología) y piensa volver a fin de año. Aun así, está recorriendo cerros y campos buscando a la tía, pero parece no serle importante. Sus pensamientos peculiares, solo se pueden deducir y no se entiende. Nos cruzamos mucho con el escenario de Visitas. El joven es otro enamorado dice: <>. Este nombre no vuelve a ser mencionada y la chica quizá sea su novia. Como vemos algunos datos se pueden interpretar de distinta forma.
Cuando trata de volver a la capital –no consiguió encontrar a la tía, no le era menester- en el bus se produce un tumulto. Es su tía bailando y contorneándose, el universitario nos habla de la posibilidad de su locura: …las lágrimas que brotaban de sus ojos sienas demostraban que había vivido un dolor carnal y que esos momentos trágicos aun siguen dentro de su ser y destruían su buen juicio.

Es penoso contemplar a un personaje destruido interiormente y que carga con penas diversas y sin explicación. Es consciente de los secretos de familia y de su tía. Sigue yéndose en el bus y lanza sus cigarros por la ventana. De la tía no sabemos, se la habrían llevado, tal vez, a un centro de rehabilitación, tal vez el padre del joven se ocuparía.
Puedo comprender que en la elaboración de este cuento intervienen fuerzas mayores a las acostumbradas. Esta escrita a base de penas de elipsis sin sentido, en fin, el cuento se vuelve esquizofrénico igual que la tía. Quiero entender la historia así, el tema ha tomado la forma hecha.
En resumen, Valdivia da otro giro a su estilo, explora el diálogo, apela a puntos geográficos desconocidos, del que debemos hacernos la idea. La forma es desconcertante. Sin lugar a dudas es otra búsqueda vichenziana.

  



B.   ENRIQUE AVILÉS ZAMORA


Avilés muestra un estilo diferente a sus compañeros, esto es por el hecho de no escribir en abundancia  y porque su literatura “raspa” con la oralidad y el surrealismo que coloca a sus dos únicas    –por el momento-   historias.
            Hay que referirse primero, que lo más resaltante en su prosa es la habilidad de crear en el lector un ambiente de seguridad en lo que dice; luego pasar de lo serio a una broma o ironía tan buena, que mejora tremendamente el texto. Es esa su principal cualidad: el humor latente y que cuando aparece logra una armonía total en el texto.

            Me manifestó en una entrevista: “A mí, siempre me ha gustado que mis cuentos sean sencillos, y que no estén tan adornados”[3]. Es la estética, pues, que sigue y que actualmente ha renovado con su último cuento.

            Como lector de cuentistas clásicos y consagrados, Avilés muestra en sus narraciones un estado, a veces disperso a veces claro. Es un experimental en este género.

            Enrique con ese mutismo que posee al conversar, deja claro que si va a declarar algo va a serlo seguro de sí mismo. No deja espacio a rumores. Esto también lo hace en la narrativa. Admiro además, el humorcillo que siempre tiene escondido, cuando menos se piensa, Avilés hace chiste de cualquier situación. Un poco contradictorio, sin embargo eso se explica con la frase: no todos somos lo que parecemos.



  Lenore: la hermosa niña muerta: aparición

El autor me manifestó hace poco, que no estaba del todo satisfecho con el resultado de Lenore, que debería ser un papel perdido que no pudo desechar y que llegó a manos de sus amigos que lo calificaron como su primer cuento.

Dentro del grupo, todos creyeron que esta era su primera producción. Me lo desmintió. Enrique dice, que era el resultado de una experiencia fatídica, que quiso hacer una historia surrealista, que logró solo esbozarla: “A veces siento, que no siempre acabo un cuento, que son incompletos”[4]
            La historia es intima. Trata de una joven que  escapa de su casa, y que se refugia en la de un compañero de escuela, a quien apenas conoce. Luego, al entrar a la morada de su amigo, se arrepiente, pero el amigo consigue que se quede. Este es, un síntoma del erotismo que ambientalisa Avilés al cuento. El lector se apresura en su lectura, y se da cuenta pronto que la historia va en otro sentido.
           
            De brevedad que molesta, pues el lector desea conocer mucho más lo sucedido, Lenore, queda en la anécdota de un joven que consigue a la chica que se quede un día completo con él (sin relaciones íntimas ni besos), y logren un ambiente de paz e intimidad.  El protagonista narrador, cuenta que le pone Lenore a su amiga para mantener su nombre a salvo (también por un programa de tv), lo que nos suscita la idea de ser verdad la historia contada. Al final, aquella chica escapa de su casa también, dejándolo con la sensación de ser los únicos en la ciudad.
            El cuento logra un primer cometido: llenar de subjetividad el ambiente no tan descrito y, encerrar de tranquilidad y confidencia al lector.
            El lenguaje es muy coloquial, provisto de diálogos interesantes y de buena exactitud referente al personaje femenino.



Tratado de impaciencia: humorismo puesto en práctica


Este es el cuento que merece un gran aplauso, a decir verdad, me parece el mejor de Avilés, concerniente a su propuesta humorística y critica a los estudiantes universitarios.

Dice Paul Susanibar de Tratado: “Genial, ¡que espontaneidad!, aplausos para él”[5]. Otros compañeros estarían de acuerdo, ya que Avilés consigue utilizar a los propios universitarios para burlarse de la filosofía y de la vida académica en sí.
Aunque la historia no es tan clara, es un narrador escondido el que nos cuenta de una conversación en un bar. Donde universitarios comentan sus lides amorosas, y su burla y crítica a la filosofía. No me es tan fácil determinar su humor y deseo que para mejor comprensión se lea dicho cuento.

Por otro lado, el lenguaje utilizado se burla del léxico que usan                           –mayormente- los estudiantes de humanidades.
Lo que busca entonces Avilés, es mostrar las fallas de muchos estudiantes que pretenden creerse las mayores autoridades en cualquier materia, es más, a rechazar algunas prácticas perniciosas que estos cometen.
La frase final desconcierta porque se muestra al narrador hablándole a una chica que suponemos es su novia y que  extraña luego de la borrachera. Es el único del grupo que pretende cambiar su camino: “me encarrilo hacia mi destino brillante e ignorado”[6].
Julca comentó también “hasta ahora no puedo creer, que el final de Enrique sea tan poético, y abierto a sospechas, es increíble”.[7]




C.   IVÁN JULCA ANTICONA

Iván Julca es el que se deja llevar por el impulso de la emoción creadora. Es antes que nada, seguidor de técnicas de los grandes maestros.
            Julca, tiene la concepción, la idea, para estructurar su historia en base a esta influencia, que es también influencia que ejerció en Vargas, los escritores de la Generación Perdida, no podemos decir que está totalmente  tomado por ese estilo. Porque, como sabemos, dicha influencia es tomada por todo el Boom latinoamericano (pero superado).

            Casi en todas sus historias, presenta a un personaje masculino que es partícipe de muchas vicisitudes. Su prosa, mayormente, está cargada de metáforas, oraciones cortas, epifonemas, descripciones largas y precisas. Además, la ciudad que describe es una ciudad en descomposición, tal vez un rasgo heredado de la Generación del 50, pese a ello, la continuidad de esta forma de ver a la ciudad, nos indica que nuestra urbe (mentalmente) no ha cambiado casi nada en estos tiempos. Por ello, comprendemos que el asco, el desprecio por la ciudad que hace Julca, es parte de una tradición que no se eliminado todavía.

            Es en lo rural, donde Julca encuentra paz para sus personajes, los vuelve a la tranquilidad, a ese paraíso que muchos de sus protagonistas buscan.
Es tan dedicado a sus poesías como a sus cuentos, pero considero mejor su narrativa que su lírica.

            Iván Julca, posee entonces, un estilo sencillo con “adornos”, no tan exagerados como los  que utiliza Valdivia. Es un joven que convive -como lo hace Susanibar-  entre dos artes: la música y la literatura. “Si en algún momento tuviera que dejar de tocar la guitarra por escribir, lo haría”[8], está decidido.      
Cuando Julca narra, utiliza un estilo preciso, cortante que por momentos nos aleja de la historia, pese a esto, en un giro rápido del cuento, nos hechiza con algunas frases y las intromisiones del narrador que nos “moralejea” dándonos un mensaje indirecto.
            Como sabemos, la madurez no viene sola, y es lo mismo en literatura. Es por eso que se presenta a Julca -en sus inicios-  escribiendo en torno a una fémina, con un personaje repleto de dudas y  anhelos. Para después  -en los últimos cuentos- se convierta en uno más decidido y seguro de sí mismo.




Una historia para cuento: el misterio preciso

Considero uno de sus mejores cuentos, Una historia para cuento, está envuelta en misterio. Escrita en época  de dictadura (la de Fujimori) y ambientada en los tiempos de asesinos-descuartizadores.  El aquí estudiado, utiliza un narrador omnisciente para contarnos el viaje en bus de un muchacho hacia Trujillo.
           
            En el bus interprovincial, el protagonista nos va narrando, el anhelo  por llegar; a su costado, una joven hermosísima, que conversa con el conductor. El protagonista se siente atraído y trata de conversarle. Es angustiante e íntimo cómo nuestro personaje que desea ser escritor, busca la mejor forma de conversar con esta chica de tez clara. Al fin lo consigue, pues la joven traía un libro de E. A. Poe. Ella le dice su nombre: Julia, igual que  la joven que mencionaba la canción de los Beatles, grupo que sonaba en la radio del bus.

Al ya conversar, Winston (el protagonista) le comenta sobre su viaje y que desea conocer a sus tíos y que ella a sus parientes. Ella lo contradice –no cesa de preguntarle la hora-, le dice que no conocerá a sus tíos y abuelos, pero que él conocerá a su familia.
            En un descuido de Winston -al quedarse dormido- busca en el asiento de Julia y no la encuentra. Halla sus cosas, piensa que es un sueño, que nunca la conoció, pero allí están sus cosas. Es bajado del autobús por una enfermera, hallan una bolsa negra con el cuerpo descuartizado de la chica. El terror lo llena, encuentra el libro de Poe en su mochila y asiste al entierro.
            Recuerda lo que le dijo Julia, que le daría algo de qué escribir.


            Pensamos un momento: ¿qué sucedió con Julia, se suicidó o sabían que la matarían? ¿Cómo la pudieron matar en el bus? Julca no lo dice. Como si fuera un cuentista maduro, nos da todas estas sensaciones: el misterio, la ansiedad, el miedo. Julca fue preciso en el ritmo y en lenguaje. En este no es tan coloquial como aparenta, lo considero apresurado y exacto para el cuento.

            Y alejándonos un poco sobre la trama, Julca toca temas como el asesinato, la intriga en una dama, la timidez de un joven. Hace una mezcla con estos temas y nos crea un escenario sórdido en un bus, y en general, de un viaje a provincia.
           
Este escenario es muy poco tratado por nuestros contemporáneos jóvenes, pues para ellos existen solo la ciudad y por “ella viven”. Julca ha demostrado, que la provincia ofrece también placeres a la literatura. Queda claro que los escenarios en el Perú son diversos, no se puede confiar de uno solo, sino explorar varios.



Antítesis: intento fantástico

Una historia breve, un tanto lúgubre, que nos hace creer que se trata de otra historia de un amor en espera.

Antítesis es un cambio de forma impresionante. Julca expresa la vena fantástica que tenía en un cuento poco conocido y que quedó inconcluso, hablamos de La tundra. Una historia de la época de Antítesis inacabada que aun así vislumbraba a un pequeño autor desarrollándose.
De Antítesis hay que comentar de su estructura, como ya bien se pude percibir, el lector cree que el personaje (el único) esta dudoso de buscar a una chica que le gusta, y como todos los problemas de timidez, su cuerpo tiembla. Como juega buscando argumentos, se demora unos cuatro minutos. Ya oscuro el día, toca la puerta y nadie le responde. Y  se percata que ya estaba muerto.
Ese cambio ontológico, impresiona por jugar bien con nuestros juicios al joven carácter, y podía pensarse que la chica le diría que no le gusta o que sí. Pero el cuento va más allá, pues se asocia con la creencia de que los muertos no descansan en paz, sino completan sus planes. Sin embargo –y creyéndolo- ¿el fantasma se olvido que era fantasma? Aunque la pregunta suena pánfila, dentro del texto podemos hacerla.
Sin su estilo calmado, pausado, a veces tierno e inocente se perdería, en verdad, un texto tan vinculado a cada paso, que es difícil pensar en otro final.         



Noche de año viejo: buena mímesis


Un joven que viaja en bus, pensando en su futuro, en plena Navidad, halla a una mujer mayor quien lo invita a pasar la noche en su casa. Nos atrapa desde el inicio.
            El cuento es un ejemplo de cómo el malestar y la soledad, inesperadamente atraen emociones fuertes. Y nuestro personaje nos transmite esto. Forzado a compartir el futuro año nuevo con tíos mayores, una honda soledad lo agobia. Pero la técnica usada nos envuelve en lo cotidiano, narra desde su punto de vista, sin utilizar recuerdos anteriores, el tiempo también lo apresura. Una mujer de mirada inocente y lujuriosa lo va  a reconocer con el hermano de un fulano que solo conoce de vista.
Su machismo se percibe al momento de acompañar a esta extraña mujer. La tipa le pide ayuda para extender su colchón, se le insinúa directamente, con lo que el muchacho solo atina a sonreír.
            La práctica de mencionar un cuento dentro de otro, es antigua y en este texto Julca lo hace para convencernos de que es real lo ocurrido y que leemos lo que el propio protagonista le contó al autor.
Si bien los temas son tópicos de Julca, la diferencia estriba en el uso de un personaje pasivo y atolondrado por su carácter. La señora está envuelta en lo sensual y “vestida” con las ideas y perjuicios de un joven. Apela mucho a lo contemporáneo, para que el lector se ubique en el espacio.
En resumen en su cuento posee los tonos adecuados para que la ficción viva y es otro acierto junto a Una historia para cuento, muy similar por el título con el de ahora, poco apropiado a decir verdad. Es otro ejercicio para lo que sería su novela corta que acabaría con su obsesión literaria.



Amalgama: prosa precisa


Amalgama, se hizo para un trabajo universitario. Aunque haya sido así, Julca no pudo licenciarse escribirlo tan flojamente y sin idea clara. Aunque no tenga algún elemento que lo emparente con los anteriores, se ubica un personaje femenino que Julca utilizaría: Marita. Otra de las novedades es que se empeña en utilizar las técnicas de los saltos de tiempo, en una historia que pretendía ser tierna pero se vuelve un poco densa sin muchos giros y un final que ni se espera ni se quiere. Lo importante es anotar que sus pequeños desaciertos se encuentran al agregar cierto erotismo pobre que está ligado a un posible gusto a lo explicito. Algunos adjetivos desentonan por ser corrientes y que opacan al narrador: estricto, rígido, lacónico dotándolo de una unión directa con el creador. La descripción de una ciudad limeña convulsionada y frívola es acertada. Sin embargo, faltaron frases y mejor desarrollo de los sentimientos de los pacientes  como del médico que trata a niños enfermos.
Este cuento que narra las dificultadas de unos padres llevando a su hijo enfermo, de un doctor con problemas acerca de su profesión y su relación familiar, no calzan bien en lo que se propone Iván Julca.
Comento una vez que fue escrito por compromiso pero que no se animaba a desecharlo.
Por lo raro que parezca Amalgama concibe, con el final, transmitir su mensaje: la pequeña deshumanización que conlleva nuestra sociedad surge de las desgracias, interviene tanto profesionales como gente común. Hay una crítica directa al rubro de la enfermería y a los médicos.
Iván Julca cabe decirlo no huye al santo deber de criticar con argumentos. Su cuento lo muestra.



Extracto: intento de novela

Iván Julca después de leer el cuento de un amigo suyo, sintió las apremiantes ganas de escribir una novela que había tenido en mente hacía como cinco años, pero que esta vez la tenía clara[9].

En Extracto (2009), su primera novela, Julca explora -en su personaje- las posibilidades de quitarse encima sus más profundos deseos. Se combinan la realidad, los sueños y el futuro, dentro de un ambiente rural.
El personaje principal es un joven que viaja con su prima, Camila, a Trujillo; al pueblo donde vivió en la infancia y donde están sus amigos y el amor latente de una mujer que no olvida: Lela.

El primer impedimento para leerla es que el autor coloca demasiadas lisuras y expresiones muy groseras a sus personajes. Pese a esto consigue, en partes, llamar la atención del lector. La novela esta divida en trece capítulos, con un lenguaje semiexperimental.

Extracto está escrita con vaivenes, donde el personaje al llegar a Trujillo (por una simple reunión familiar) se reencuentra a muchas amistades y sobre todo a una mujer que apoda Lela. Esta es sobrina de su tío político, la conoció de niño y ahora, al llegar, lo asalta la timidez. Situación curiosa, que se deriva de su atracción por ella, es que conoce a una chica llamada Marita, amiga de Marcela (otra conocida) con quien se deja llevar y traba un romance ágil, pero sin amor, y es ella quien termina llevándolo al lecho.
Sin embargo, y pese a notarse la novela disuelta, la estructura que Julca hace deduce un intento de experimentación. A veces utiliza oraciones largas tremendamente descriptivas, y otras, cortantes hasta el cansancio. También se advierte las jergas españolas que no comprendemos por qué son incluidas (trastos, ligar).

Otro tema que aparece en Extracto, es la vida provinciana vista a los ojos de un “hijo” alimeñado. Su personaje se reencuentra con el mejor momento de su vida. Y otro punto interesante, es cómo se ven sus amigos el pueblo:

-Sabes una cosa, pata- dijo Chupín- esto es una mierda. Todo este pueblo está hecho una mierda. Está jodido.
-Ya cálmate, huevón- dijo Manolo- nadie hace ni mierda, nosotros no hacemos ni mierda y por eso nos vamos a la mierda.” (Pág. 71)

Este diálogo trae de por si el sentimiento desesperado de varios personajes, al sentirse aburridos de su condición que, sin embargo, se entregan a ella por la costumbre. Es decir, la frase aquí advertida, no solo expone su frustración sino la de todas las provincias, olvidadas por su gente y por su gobierno. La novela retrata la decadencia de los pueblos, presas de la delincuencia y el hacinamiento. Un tema de mucha actualidad.

            Casi al final de la misma se asiste a datos incongruentes (quizás para despistar o para crear un final personal para cada lector). En el capítulo DOCE, una chica que está a punto de saltar de un podio en un concurso de natación (parece ser la hija del protagonista), cuenta que su padre es escritor y que seguro no ha ido a verla nadar porque se encuentra conversando con sus amigos también escritores. Luego salta. Nos deja sorprendidos la funcionalidad de este capítulo, si bien se trata de una prolepsis y la joven nos aclare -desde su versión- el final de nuestro protagonista, también existe la posibilidad que se trata de un sueño del protagonista -el poeta-, cuentista en ciernes.

El último capítulo, contado en partes por el propio protagonista, nos lo muestra luego de un bautismo, sentado en su sala. Cansado ve a Lela que lo llama y le cede un sitio a su lado: una conversación que deja un final abierto, quizá positivo para el protagonista.




D.   PAUL SUSANIBAR LIZONDO


El más, digamos así, desinteresado del grupo. Paul Susanibar o sencillamente “Paroko”, es considerado otra pieza fundamental dentro del grupo Plumanegra. Convive entre la pintura y la literatura. Nos ha producido Los puntos negros jamás serán impares, cuento que logró que muchos de sus camaradas lo tomen por un interesante cuentista, debido a la precisión que le da a sus personajes.

Paul retoma y usa técnicas notorias; que pese a eso, enriquece totalmente la historia simple que puede creer el lector a primera vista.
Susanibar no es un lector asiduo, ni prolífico. Y tampoco llegó a la literatura por autodescubrimiento (como le pasan a muchos que se creen escritores).

El primer cuento que Paul escribió, trajo muchas expectativas, pues él, no había leído tantos libros como la mayoría (me comentó que había leído algunos clásicos: Homero, Dostoievski, Neruda, Bécquer, Ribeyro, etc.). Lo que  a muchos dio la impresión que su literatura era pobrísima y falta de técnica.
No era como muchos pensaron. Paul, gracias a las pocas lecturas, posee un estilo personalísimo, con aires de experiencia total, y el gran poder de persuasión que tiene su cuento  –hasta ahora- más logrado.

Conociendo al autor, pude leer dos creaciones más de Paroko, quien me comentó que no los considera como cuentos. Y allí, en ellos, se recurre al personaje femenino: Reyna, que llena la cabeza de su primer personaje en su mundo literario.

“Venia Cisle” y “Coronados”, las clasifico como prácticas, como retazos de historias truncas que no son tan prescindibles como la que estudiare más adelante.

Como parte final, Susanibar demuestra un paso tremendo al poder dotar a sus personajes con la adecuada psicología y voluntad propias de su edad, por ejemplo  la de un niño o un adulto o un adolescente.




Los puntos negros jamás serán impares:
nuevo enfoque


“Lo que recuerdo es verme de niño cruzando la pista de la mano de mi madre. El semáforo cambió a verde, y pude ver a un hombre en un auto rojo que se quedó viéndome, le dije a mi mamá: allí estoy. Luego seguí avanzando y nunca volvía ver al tipo”[10].

 Con esta confesión, Susanibar nos cuenta una de sus mayores obsesiones: el doble, como también la raíz de este cuento.

Y el texto aquí estudiado, tiene como tema central al doblaje, de una manera muy particular, pues es el encuentro entre un niño y un joven (pasado y presente), donde el joven Paul, está convencido que se ve en el pasado.

El argumento es sólido. Aparece un niño de la calle, que rápidamente le conversa sobre su auto, que le gustaría tener uno. El joven preocupado por llegar temprano a su boda, siente que no es lo que desea y sube al niño -que se llama Raúl- a su auto. Paul se da cuenta que el niño es el pasado, su pasado.

Lo lleva a comer pollo a la brasa, a él y a la madre de éste. Sin embargo, el trauma de faltar a su matrimonio, lo afecta y se define el amor: como la búsqueda del adecuado(a): una persona que te elige por ser el mejor de todos los cuerpos que ha tenido. Paul también deja claro cómo dejar a una mujer sin rencores entre ambos.

Entonces, deja al niño y su madre en un edificio, donde viven. Suena su teléfono, no quiere contestar, porque es ella: Reyna, su novia. Cree que lo que hace es  correcto, no responde, se embarca hacia un lugar que no sabemos, y cierra sus lunas para que otro niño no intente acercársele, pues teme verse otra vez reflejado.

Hasta ahora, la historia argumental no atraería a nadie, pero la manera tan penetrante que utiliza, atrapa al lector haciéndolo creer que terminará con la madre del niño. Sobre el título, es difícil saber que signifique. Yo doy la siguiente interpretación: existe un doble y no más. Ese punto negro es el protagonista –Paul- ya que divaga sobre casarse o no. Reconoce al niño como él, pues recuerda la escena que tuvo con su madre, (y esto es parte de la aclaración del autor) sabe conscientemente que su vida no ha sido tan fácil.

El personaje principal, representa a muchos que temen al reto de casarse y lo que hace Paul, es casi cómico y radical que; sin embargo, acarrea su madurez en no aceptar la  unión por impulso de la novia.

Su lenguaje es claro y sencillo. Lleno de experiencias que le dan validez, tiene una  gran exactitud describiendo al niño en su manera de hablar y pensar.

Este cuento prometió a Susanibar, a no alejarse de la literatura que parece haber descubierto tardíamente.




3. Algunas semejanzas y diferencias


En cuanto a los puntos en común que se suscitan entre ellos, el  mayor es la figura femenina. Esta mueve a sus personajes varones a variados impulsos y decisiones donde muchas veces obtienen o pierden lo que desean.

Les pongo de ejemplo Extracto. El protagonista sin nombre, no consigue acabar su viaje a Trujillo con éxito, pues termina en brazos de otra mujer, Marita, y no en  los de Lela, su amada.
 Otro análogo, es el protagonista de Visitas a Afrodísio Chávez lastimosamente no halla a su amor dejado en la capital.

Estos son, digamos los ejemplos más notorios.

Es cierto, que las mujeres ocupen un puesto predilecto en sus narraciones; sin embargo, ellos dan acción y movimiento a la historia total y no se centran  solo en ellas. Una excepción clara  es en  Lenore: la hermosa niña muerta, aquí la historia se mueve y se mantiene solo por ella.

En otro punto, hay un estilo similar para mostrar a los personajes en su faceta sexual y también un mensaje aleccionador, que se colige en Susanibar y Julca. Ellos, continuamente, tratan en  llevarle al lector, su experiencia vivida, aconsejándoles qué hacer o qué deben creer. Aunque esto interrumpa la lectura.

Como sabemos Valdivia es del estilo más disímil del grupo. Por su léxico, la complejidad con que le gusta hacer sus tramas. Él siempre va a mencionar lugares foráneos contrastados con su mundo personal, que es nuestro país.

Valdivia diferencia con todos, por mostrar el conflicto entre  padre e hijo o madre, y  hay ocasiones  en que su estilo refleja los problemas propios de un joven rebelde.
En cuanto a Julca, la trama gira a veces en conseguir el cariño de una chica, o en un viaje que repondrá los ánimos, o  en la figura femenina inalcanzable.
Julca es de un tema más urbano, con técnicas como: saltos cualitativos, mudas, etc. Es el más formal de todos. Y su prosa se llena también de sensaciones, sabores y olores. Consigue describir lo que desea.

Avilés, es un tanto más parco en exigirse la creación, busca que las cosas se den y exista el “puente” que  llamo, no a la  “inspiración” sino, al “encuentro entre trama y disposición”. Sus historias lo muestran como divertido y satírico,  este es su estilo distintivo.

Las diferencias las planteo así, puesto que sería difícil contrastarlas a manera de contienda.

Ahora el caso de Susanibar -ya lo dije- es propio de la casualidad y de la literatura, que quiso inundarlo y llevarlo a la narrativa. Paul es ante todo, un rebuscador de su vida, plantea situaciones antes tomadas, con  experiencia de adulto. Su estilo no es intelectualizado, sino de hombre conocedor. Lo que cuenta es una anécdota convertida en cuento, lo sutil está metido en personajes que nunca son él. Demuestra que, a pesar de no ser el lector selectivo que se espera de un estudiante, puede vencer barreras y “mandar” el mensaje a todo tipo de público.


Aarón Pajuelo Reyna


Enero – Diciembre 2010



NOTA FINAL: Ya han pasado más de 4 años desde que nuestro grupo se formó sin ninguna pretensión, sin ninguna brújula, que nos impulsara que nuestra revista posea una identidad ideológica o una estética particular. 
Sé que es apresurado decir esto, pero apelo a las personalidades que forman este grupo. Creo que tratamos de ser atípicos a los moldes que se nos imponían en la universidad. Esa creo… es la esencia de Plumanegra.
            Los años provocaron cambios profundos en el grupo. Si bien se fue Paul Susanibar en segundo año y luego lo reemplazaría Leandro Arévalo, volviéndose colaborador después, se notó un desorden en nuestras propuestas. Luego, Enrique Avilés decidiría irse.
          A pesar de lo que creíamos, hemos cambiado. Nuestra narrativa ha ido virando también. Parte de un espíritu se nos fue y otro nos renovó.
            Una vez Abraham Valdivia dijo que lo que unía al grupo era la amistad; y es verdad. Esta nos impulsó (entre otros motivos) a que en octubre del 2012 sacáramos un intento (o prototipo) de revista donde nos comprometíamos a mantenerla por lo menos trimestralmente. Pese a ello, no logramos el cometido.

Así pues, quiero terminar esta nota, porque este ensayo escrito hace tres años, me demuestra lo que hace el tiempo a los individuos: aumenta los lazos o los rompe, o simplemente demuestra lo que en sus corazones se albergaba. También soy consciente de mis fallas y el ego que me llevaron a un vano estudio literario subjetivo de mis amigos de grupo. No quiero disculpar este intento, pero sí darle la distancia necesaria. Por último, espero cerrar este capítulo como un preámbulo al nacimiento de la revista.
Por último, con lo que alberga mi memoria y la fe de continuas publicaciones de la revista, digo adiós a este ensayo y les envío mi sincera despedida.
                                                                                                         
Aarón Pajuelo

Lima, 27 de julio del 2013




BIBLIOGRAFIA ficticia:



1.    CONVERSACIONES CON PAROKO. Pajuelo Reyna, Aarón.  Blog: Ideas casi sueltas.


2.    CONVIVIENDO CON LA IMPACIENCIA. Julca Anticona, I. Blog: Lagaña de perro.


3.    DIALOGO CON JULCA. Pajuelo Reyna, Aarón.
Blog: Ideas casi sueltas.                                                                     

4.    EL PULPO NO TIENE MÁS QUE OCHO BRAZOS. Valdivia
Blog: Visitas a un amanuense.

5.    ENTREVISTA A ENRIQUE AVILES: EL SERU. Pajuelo R.
Blog: Ideas casi sueltas.

6.    PAROKISMOS. Pajuelo Reyna, Aarón.  Blog: Nido de arañas.         

7.    IVAN JULCA: HISTORIA DE UN PULPIDIO. Pajuelo R., A.         
Blog: Nido de arañas.


8.    PEQUEÑA SEMBLANZA SOBRE EXTRACTO. Avilés Z., E.
Blog: Cae la noche en Okinawa.


9.    SERU UN TIPO PARECIDO A UN POEMA. Valdivia Bastidas. Blog: Visitas a un amanuense.

10.   UN CUADRITO MÁS PARA PAROKO. Valdivia Bastidas
Blog: Visitas a un amanuense.






[1] Creemos que hace referencia al primer libro de Rubén Darío: Azul.
[2] En  “Diálogo con Julca”. Pajuelo Reyna.  Blog:
[3] En “Entrevista a Enrique Avilés: El Seru”.    Pajuelo Reyna.  Blog: Ideas casi sueltas.
[4] En” Entrevista a Enrique Avilés: el Seru”   Pajuelo Reyna.  Blog: Ideas casi sueltas.
[5] En “Conversaciones con Paroko”.  Pajuelo Reyna.   Blog:
[6] En “Tratado de impaciencia”.    Enrique Avilés.   Edit. Oveja Negra
[7] En “Conviviendo con la impaciencia”  Iván Julca   en el blog     Lagaña de perro
[8]  En “Iván Julca: historia de un pulpidio” Pajuelo Reyna.
[9] En tramas anteriores, mostraba a un personaje viajando hacia Trujillo (Una historia para cuento), a mi parecer es la semilla de esta novela corta.

[10] En “Parokismos” En el blog Nido de arañas.  Pajuelo Reyna

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